Facebook Pixel Chase Bauman Identity Project | Western Kentucky University

Chase Bauman


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La humildad de la vida

Las guerras sangrientas, genocidios étnicos y conflicto político manchan nuestra historia y plagan a nuestra sociedad de hoy en día supuestamente más iluminada. Los historiadores y comentaristas políticos nunca cesan de inventarse nuevas razones por las que cometemos estos crímenes tan bárbaros pero la verdadera razón resulta bastante sencilla: no entendemos suficientemente nuestras propias identidades para entender las de otros. Si de verdad nos gustaría mejorar el mundo, debemos comenzar a escuchar a otros, sus creencias, sus perspectivas y, más importante, sus experiencias para fomentar un sentido de entendimiento y empatía global. A través de los valores de la familia, la humildad, la ambición, la cultura estadounidense y un deseo de servir, espero mostrar la identidad que me dirige en este mundo para crear una sociedad más abierta, tolerante y justa para todos nosotros.

Con más de 20 años ahora, creo que puedo decir que he tenido mucho privilegio a través de mi vida. Mi mellizo y yo nacimos en Louisville, KY, con los nombres Chad y Chase, respectivamente. Mi mamá siempre me decía que nos llamó así con el deseo de que nunca tengamos apodos. Mientras que eso fue muy importante para ella, pienso que la unicidad del nombre realmente es muestra de mi independencia, algo que ha guiado mi perspectiva en este mundo. Por independiente que sea, no se puede dejar de hablar de mi juventud sin el constante recuerdo de mi hermano, quien permanecía a mi lado jugando, quejándose de nuestros padres, consolándome y, más que nada, experimentando la vida como mi mejor amigo. Aunque peleamos a menudo, la verdad es que, de algún modo, no podríamos manejar la vida sin el otro, algo que ha reforzado el valor de la familia y el amor que necesariamente viene con ella.

Bajo una posición socioeconómica, puedo decir orgullosamente que mi familia es parte de la clase media estadounidense y por eso la vida me ha brindado muchas oportunidades que, tal vez, otras personas no tengan. Como la educación resulta sumamente importante en este mundo si queremos avanzar, siempre he sido bien estudioso y diligente con mi aprendizaje, algo que verdaderamente me ha definido como persona hasta ahora. Tengo un impulso interno que incesantemente me motiva a lograr algo más en mi personalidad arquetípica de tipo A. Soy bien motivado, estresado, analítico y ambicioso con relación a mis metas, las cuales, en este momento, se centran en llegar a ser médico. Una curiosidad fuerte de entender el mundo y sus problemas me motivan y animan en mí un deseo de ayudar a los que sufren.

Aunque el privilegio y la fortuna han bendecido mi vida, la humildad resulta uno de mis valores más fundamentales. Debemos reconocer los éxitos de este mundo, pero de verdad, son triviales si los utilizamos para exaltarnos a nosotros mismos sobre los demás. Siempre podemos aprender de otros, sus victorias, fracasos y puntos de vista, y llevo esta noción conmigo en todas las facetas de mi vida. El uso del éxito para degradar y rebajar a otros no solo demuestra, en el mejor de los casos, una falta completa de entendimiento de otra gente, sino también promueve conflicto de clases y razas. Con este rechazo de humildad, el respeto desaparece, pero el crimen verdadero viene en forma de la pérdida de la dignidad humana que resulta de esta arrogancia.

Teniendo esto en cuenta, resulta fundamental descifrar y entender nuestras propias culturas para evitar malentendidos y conflicto en el futuro. Mientras la ambición y el deseo para servir a otros guían mis metas, la humildad y la familia empoderan mi personalidad. Es mi identidad cultural la que conecta todo para moldearme en la persona que soy. Siempre me molesta cuando un “americano” dice que no tenemos una cultura aquí en los Estados Unidos. Puedo entender que nuestras prácticas y normas no son bien definidas y distintivas, pero, en realidad, esto nos emancipa de los confines de un solo modo de pensar. Nuestro país resulta una de las naciones más diversas del mundo. Somos un verdadero crisol de idiomas, religiones, ideologías y razas que ha tomado fragmentos de muchas culturas para enriquecer la nuestra. Me enorgullezco mucho de ser “americano” y firmemente creo que la mejor parte de mi identidad cultural es la idea de intercambiar ideologías libremente para crecer como persona.

De verdad, uno de los aspectos que más me caracteriza ha sido convertirme en bilingüe, en aprender a hablar español. Tener conexiones con otros y poder ayudarlos me motiva como futuro doctor y me parece que aprender otro idioma no solo facilita el entendimiento entre la gente, sino también la amistad y el respeto, los cuales hemos olvidado últimamente.

Mientras que todos nos escondemos en nuestros propios grupos étnicos, religiosos, ideológicos o políticos, nos estamos alejando de la unión como gente con mucho en común. Nuestros orígenes no nos definen completamente. Tenemos que quitarnos las etiquetas superficiales y buscar las experiencias adentro que, de verdad, nos hacen quienes somos, no como razas, géneros o religiones, sino simplemente como personas.

La familia, la ambición, la humildad y el deseo para ayudar a otros moldean la identidad mía, pero todos tienen sus propias experiencias que compartir con el mundo. Al comenzar a abrirnos al mundo podemos crear una mejor sociedad para todos.

 

 

A Humble Approach to Life

Bloody wars, ethnic genocides, and cultural conflict stain our history and plague today’s supposedly more enlightened society. Historians and political commentators never cease to invent new reasons attempting to explain these barbaric crimes, but the true answer proves quite simple: we can’t seem to understand our own identities, let alone those of others. If we truly want to better the world for ourselves and future generations, we must begin to listen to others, their beliefs, perspectives, and experiences in order to foster the sense of understanding we so need. Through values of family, humility, ambition, American culture, and a desire to serve, I hope to show the identity that guides me in this world to, perhaps, bring about a more open, tolerant, and just society for us all.

Having lived more than twenty happy years, I think I can rightly say I have had much privilege throughout my life. My twin brother and I were born in Louisville, KY with the names Chad and Chase respectively, to two loving parents. My mom always told us that she named us like this so that we would never have nicknames. While important for her, I think the relative rarity of my name speaks more to my independence as a person, something that has guided my perspective in this world. However independent I am, I can’t talk about my childhood without constant reminder of my amazing brother, who remained by my side whether playing, complaining about our parents, comforting me, or more than anything, just experiencing life together as my best friend. Though we fight once in a while, the truth is that, to some degree, we could never navigate life without one another, something that has genuinely reinforced the value of family in my identity and the love that comes with it.

From a socioeconomic perspective, I can proudly say my family is part of the American middle class, and because of that, life has offered me many opportunities that others might not have. As education proves incredibly important in this world if we wish to advance ourselves, I have always been fairly studious and diligent with my learning which has truly defined me until this point in my life. I have a strong internal impulse that incessantly pushes me to achieve more and more in my archetypical type A personality. I’m well motivated, stressed, analytic, and, above all, ambitious with my goals, which revolve, at the moment, around becoming a future healthcare provider. At the same time, a strong curiosity to understand the world and its problems emboldens and motivates my desire to help the suffering.

Although privilege and fortune have blessed my life, humility proves one of my most fundamental values. We must recognize one’s worldly successes, but truthfully, they are not only trivial but completely worthless if we use them to exalt ourselves over the rest of humanity. We can always learn from others, their victories, defeats, and perspectives, and I carry this notion with me throughout all facets of my life. The use of success to degrade and debase others not only demonstrates, in the best case, a complete lack of understanding of others, but also promotes class and racial conflict. With this rejection of humility, respect disappears and human dignity soon follows, the true crime of such arrogance.

Taking this into account, it proves imperative to understand our own cultures and identities to avoid misunderstandings and conflict in the future. While ambition and the desire to serve others guides my goals and humility and family empower my personality, my cultural identity ties it all together to mold me into the person I am today. It always bothers me to hear an American say that we don’t have a culture here in the United States. I understand that our practices are not quite as defined and distinct as other countries, but, in reality, this emancipates us from the confines of one way of thinking. Our country is one of the most diverse nations in the world. We are a genuine melting pot of languages, religions, ideologies, and races that have taken fragments of other cultures to enrich our own. I am very proud to be an American and I firmly believe that the best part of my cultural identity is the idea of interchanging these ideologies freely in order to grow as a person.

Actually, one of my most defining aspects has been becoming bilingual in learning to speak Spanish. Having connections with others and the ability to help them, inspires me as a future doctor and it seems that learning another language not only facilitates understanding between different peoples but also a sense of friendship, humanity, and respect that we appear to have forgotten recently.

While we all hide in our own ethnic, religious, and political groups, we continue to polarize ourselves away from a strong, united people. Our upbringings and backgrounds do not completely define us. We need to strip ourselves of these superficial labels and begin to look at the experiences within each other that make us who we are.

Family, ambition, humility, and the desire to help others mold my identity, but everyone has different experiences to share with the world. Opening ourselves up to society and unravelling our true identities, we can truly create a better world for us all.

 

 


 

 


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 Last Modified 12/12/19